El ser humano ha producido aproximadamente 8.300 millones de toneladas de plástico hasta la fecha, aunque sólo se ha reciclado el 9%. A causa de este voraz apetito por el plástico y de los flujos de residuos incontrolados resultantes, se calcula que 150 millones de toneladas de plástico han contaminado los ecosistemas oceánicos, y otros 12 millones entran en el medio marino cada año, según la Fundación Ellen MacArthur. Los fragmentos de plástico, incluidos los microplásticos, son ahora tan omnipresentes en las aguas dulces y en los océanos que, de continuar la tendencia actual, en 2050 los residuos de plástico presentes en el mundo marino superarán el número de peces presentes. Es necesario intervenir de forma significativa, y es necesario hacerlo ahora.
A pesar de la urgencia y la magnitud del problema, los enfoques actuales para eliminar los residuos plásticos de los ríos y los océanos son ineficaces. En los ríos, la extracción manual de plástico con redes sigue siendo el pilar, pero es ineficaz, ya que se recolecta menos del 1%, además no es económicamente viable. Otros estudios demuestran que es 30 veces más eficaz recoger el plástico antes de que llegue a aguas profundas.
El aumento de la concienciación y el esfuerzo continuo para extraer los residuos por parte de varias organizaciones a nivel mundial, ha aumentado la sensibilización del público. Esto, a su vez, ha dado lugar a mayores niveles de acción. Uno de los resultados es la comprensión de que muchos de los ríos contaminados se encuentran en regiones dentro de las economías en desarrollo, donde los servicios de gestión de residuos son insuficientes para tratar el problema con eficacia.
El resultado final es que la contaminación por plásticos se triplicará hasta 2030 si no hay intervenciones significativas, lo que hace que el futuro de los océanos y de la humanidad sea sombrío.
La humanidad consume y produce plástico a un ritmo asombroso; según la Fundación Ellen MacArthur, «la producción de plásticos se ha disparado en los últimos 50 años, pasando de 15 millones de toneladas en 1964 a 31 millones de toneladas en 2014». [1]
Los datos indican que el 80% de la contaminación marina mundial procede de sólo 20 países [3] Los cinco primeros contribuyen con más de la mitad. Aunque resulte tentador atribuir la mayor parte de la culpa a estos cinco países, la contaminación por plástico que producen se debe en parte a su propio consumo, pero también al consumo occidental, ya que los países occidentales envían sus residuos de plástico a Asia. El plástico entra en los océanos por múltiples vías y, aunque el 55% pueda entrar en los océanos desde unos pocos países, eso deja casi 4 millones de toneladas de plástico que entran en el resto del mundo.
Los plásticos pueden tardar varios cientos, si no miles, de años en descomponerse en las condiciones presentes en el entorno oceánico. Por lo general, esto ocurre a través de los rayos UV y la degradación mecánica, lo que da lugar a partículas más finas. La mezcla de macro y microcontaminación por plásticos supone diferentes amenazas para la vida marina y el ecosistema en general.
Las tasas de mortalidad debidas a los plásticos marinos siguen siendo excesivamente altas. La combinación del riesgo de enredo y de ingestión da lugar a un índice de víctimas catastrófico entre la vida marina.
Después de descomponerse en microplásticos, suponen una amenaza más insidiosa. El plástico actúa como vector de metales pesados, plastificantes y otras toxinas. Y, una vez ingeridas, estas toxinas se filtran en el organismo, contaminando toda la cadena alimentaria.
Un estudio demostró que aproximadamente una cuarta parte de los peces, muestreados en lugares de Asia y América del Norte, tenían restos de plásticos y textiles en el sistema digestivo [4]. Además, se ha demostrado que los peces jóvenes se dirigen activamente a los plásticos como fuente de alimento, lo que afecta a su rendimiento físico y provoca un aumento de las muertes de juveniles, lo que a su vez disminuye la reserva de cría [5]. Por lo tanto, la concentración de las toxinas ingeridas aumenta en la cadena alimentaria y, en los seres humanos, se cree que provoca algunos cánceres, infertilidad, así como trastornos inmunológicos, metabólicos, cognitivos y de comportamiento.
La vida marina, y en concreto los patrones de alimentación de la mayoría de los animales marinos, se centran en la localización del fitoplancton. Las principales zonas de crecimiento del fitoplancton se encuentran a lo largo de la costa, donde el agua rica en nutrientes circula hacia arriba después de recorrer el fondo marino, y se encuentra hasta profundidades de 100 metros, disminuyendo su concentración a medida que disminuye la penetración de la luz ultravioleta. El plancton se define como todo lo que no puede nadar contra la corriente, siendo el fitoplancton un subtipo de plancton. Pueden considerarse análogos a las plantas como especies de fotosintetizadores autótrofos; la hierba del mar.
El plancton se define como todo lo que no puede nadar contra la corriente, siendo el fitoplancton un subtipo de plancton. Pueden considerarse análogos a las plantas como especies de fotosintetizadores autótrofos; la hierba del mar.
[1], [2] World Economic Forum, Ellen MacArthur Foundation and McKinsey & Company, The New Plastics Economy — Rethinking the future of plastics, 2016, (http://www.ellenmacarthurfoundation.org/publications).
[3] The New Economist, World’s worst marine polluters named and shamed, February 13th, 2015 [4] K. Gruber, New Scientist, Plastic in the food chain: Artificial debris found in fish, 25 September 2015
[5] Chelsea M. Rochman, Science, Ecologically relevant data are policy-relevant data, 03 Jun 2016
Los plásticos pueden tardar varios cientos, si no miles, de años en descomponerse en las condiciones presentes en el entorno oceánico. Por lo general, esto ocurre a través de los rayos UV y la degradación mecánica, lo que da lugar a partículas más finas. La mezcla de macro y microcontaminación por plásticos supone diferentes amenazas para la vida marina y el ecosistema en general.